Cunas y arrullos
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PRODUCCIÓN
EDITORIAL

Cunas y arrullos

En diferentes regiones del mundo, las canciones de cuna, denominadas también nanas y arrullos, permiten que los bebés se alimenten de la palabra, de viejas voces utilizadas para arrullarlos, o para dormir. Son canciones melodiosas y suaves, con sonidos rítmicos y poesía costumbrista, que narran en muchas obras, los oficios o tareas desarrolladas por sus cuidadores, generando una relación madre, padre o adulto responsable del menor, bajo el prototipo de protector, benefactor o cuidador. Obras como Duérmete mi Niño; Señora María, Señora Isabel; Tres Pollitos; La Marisola; La Nanita, Nanita; A dormir va la Rosa; Arrorró, mi niño; Canción del Niño que se Acuesta; Din dan, din don dan; Señora Santa Ana; Una niña tengo; Laraira, laraira; hablan de las necesidades de los niños, como comer, jugar, dormir, estudiar; mencionan grupos de familiares, tíos, abuelos, hermanos; elementos de la naturaleza, como flores, agua, caballos, pájaros, sol, luna, estrellas; o traen una fuerte carga religiosa, mencionando creencias y personajes de la iglesia católica como ángeles, Jesús, José, María, San Juan, San Pedro y Santa Ana.

Además, refieren el manejo del tiempo, día, tarde, noche; y no menos importante, en algunos casos, conducen a la autorregulación, a través del manejo de mitos y leyendas que puedan infundir miedo a través de monstruos y/o personajes elementales o tradicionales como ‘el coco’.

Desde el punto de vista del relacionamiento, las canciones de cuna posibilitan que la palabra del adulto que canta, se comunique de forma permanente con el bebé, narrando canciones espontáneas y generando una relación íntima y afectiva con este adulto.

A nivel del desarrollo cognitivo, se infiere la posibilidad de que los bebés inicien procesos de aprendizaje a través de las inteligencias múltiples planteadas por el sicólogo Howard Gardner, ligados a procesos lingüísticos donde se propicia la construcción de textos, el desarrollo semántico y las habilidades para hablar y escuchar. Además, que se fomente la inteligencia musical, estimulación auditiva, capacidades para cantar, tocar instrumentos, crear y analizar música; o en el caso de la inteligencia interpersonal, el manejo de las relaciones humanas, la empatía, el desarrollo de las emociones, la participación, cooperación y la cohesión grupal, habilidades de comunicación que se verán reflejadas en la interacción durante la primera infancia y, posteriormente, en la vida adulta.

2022

Atención Integral a la Niñez

12.000

entregados

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